Se dice que cuando los españoles estaban por conquistar México a las órdenes de Hernán Cortés (hablamos del año 1519), un grupo de soldados trató de desertar en un momento dado, y abandonar la guerra para regresar a Cuba. No lo consiguieron, y Cortés se enfureció tanto que tomó represalias. A los desertores los mandó ahorcar, y después mandó quemar y hundir los barcos (las naves) para prevenir a los que quedaban la tentación de intentar huir de nuevo. Ya sin barcos, regresar a Cuba era imposible, por lo que sólo les quedaba una opción : la Conquista de México.
De este episodio nos ha quedado la expresión «Quemar las naves».
Este concepto puede ser muy importante para nuestra Felicidad, y debemos tenerlo presente a la hora de afrontar cualquier tipo de cambio.
El ser humano tiende a anclarse en lo cómodo, en lo conocido. ¿Quién no ha aplicado alguna vez el famoso refrán «más vale malo conocido que bueno por conocer»? Este anclaje es una medida de seguridad de nuestro cerebro, que inconscientemente tiene miedo de adentrarse en lo desconocido. Y las consecuencias negativas de esto son dos, aunque pueda parecer la misma no lo es, ya que hay un matiz que las diferencia.
Primero, nos impide avanzar. Esto es, no nos deja dar un paso hacia adelante, hacia nuestro cambio, hacia nuestro objetivo.
Segundo, nos invita a retroceder. Es decir, no sólo no nos deja seguir avanzando, sino que nos atrae hacia lo viejo, hacia lo que conocemos, a volver a nuestra zona de confort.
De ahí la importancia de «quemar las naves». Metafóricamente hablando, las naves (los barcos), son nuestro billete hacia lo conocido, es aquello que nos permite retroceder, volver a donde estábamos. No es sólo un ancla que no nos deja avanzar, es que mientras las naves estén ahí, siempre vamos a tener la tentación de subirnos a ellas y dar marcha atrás. Aunque no vayamos a subirnos nunca a ellas, el mero hecho de que existan supone un anclaje en nuestro cerebro, que subconscientemente, siempre considera que tiene una opción, un escenario alternativo : la huida hacia atrás.
Sin embargo, al quemar las naves, estamos eliminando esa opción. Sin naves, hemos borrado esa alternativa de nuestro cerebro, que ya no nos repetirá desde el subconsciente que huir es una opción. Porque huir, habrá dejado de ser una opción. Y si ya no podemos ir hacia atrás, sólo nos queda ir hacia adelante, hacia nuestro objetivo.
Por eso, es importante que, cuando hemos tomado una decisión y estamos seguros de querer llevarla a cabo, eliminemos toda opción de dar marcha atrás. En cuanto quememos las naves, nos daremos cuenta de que estaremos más aliviados, liberaremos nuestra mente de la presión, y podremos avanzar libremente hacia nuestro objetivo.
«Cuando queremos movernos e ir hacia atrás no es una opción, sólo nos queda ir hacia adelante»