10 cosas buenas y malas que me han pasado este año

El año pasado fue un año bastante complicado para mi. No quiero ser demasiado insistente o pesado con las cosas que me han estado pasando o las decisiones que he tomado. Pero me gustaría terminar de hablar de ello antes de seguir adelante y hablar de otras cosas, y de mis planes de futuro. Por eso he pensado escribir un par de entradas resumiendo las cosas que me han podido pasar este año, tanto lo malo como lo bueno. Así de esta manera cierro esta serie de posts de «puesta al día», y también de alguna forma cierro esta etapa de mi vida para empezar a hablar del futuro.

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Este es un listado no exhaustivo de las cosas que me han pasado este año. La idea es escribir un par de entradas más detalladas entrando al trapo en cada punto.

Vamos primero con lo malo y luego con lo bueno, así nos despedimos con un buen sabor de boca 😉

  1. No tengo dinero. Parece bastante lógico, siendo que no tengo trabajo. El dinero no da la felicidad es algo que todos sabemos (o creemos saber), pero no es menos cierto que sin dinero es más difícil ser feliz.
  2. Tengo ansiedad. Pues sí, supongo que será algo derivado del hecho de no estar ganando dinero ahora mismo. Me cuesta dormir por las noches y siento que vivo bajo presión.
  3. He perdido amistades. De nuevo, tal vez sea algo derivado de lo anterior, pero lo cierto (y triste) es que siento que he estado descuidando muchas de mis amistades últimamente. Creo que es difícil entregarte a los demás cuando no estás del todo bien contigo mismo,
  4. Dudo de todo. No sé hacia donde me dirijo ahora mismo. Bueno, lo cierto es que tengo un plan, pero mentiría si dijera que estoy seguro de él al ciento por ciento. Así que de momento, por desgracia me atenaza la duda.
  5. Me cuesta comprometerme. Cuando no sabes lo que va a pasar con tu vida es difícil adoptar compromisos con la gente que te rodea, ¿no os parece? Cuesta más comprometerse cuando no estás seguro de lo que va a pasar.

Y ahora vamos a por lo bueno, que por fortuna también lo hay (ya sabemos que todo tiene dos caras).

  1. Soy libre. Sin lugar a dudas, es la mejor de las sensaciones desde que decidí emprender mi propio camino. Me siento libre, sin ataduras y sin la obligación de rendir cuentas a nadie. Aunque eso sí, siento al mismo tiempo una gran responsabilidad.
  2. Elijo mi propio destino. Como consecuencia de lo anterior, siento que estoy trazando mi propio camino y eligiendo mi propio destino.
  3. Me siento realizado. Es una sensación maravillosa el sentir que estás haciendo aquello que tienes dentro, y en lo que crees. Aún no he logrado nada en cuanto a los resultados y objetivos que me he propuesto, pero con lo poco que llevo ya puedo decir que me empiezo a sentir realizado.
  4. Creo en lo que hago. Antes hacía las cosas porque se suponía que tenía que hacerlas. Ahora las hago porque creo en ellas. Y eso no tiene precio.
  5. Estoy construyendo un futuro mejor. Pues sí, aunque ahora las cosas no me estén yendo del todo bien, creo firmemente que en el futuro todo cambiará. Esa llama es la que me mueve y me llena de confianza: la esperanza de creer que estoy construyendo un futuro mejor.

Como veis, un poco de todo, malo y bueno. Pero todo muy apasionante. Intentaré detallar un poco más cada punto en los próximos posts. ¡Hasta la próxima!

 

 

Cambios en el Blog

No lo había explicado abiertamente, igual porque tampoco era algo que tuviera demasiado claro hacer, pero he pensado hacer unos cambios en el Blog.

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Los iré haciendo poco a poco según el tiempo me lo permita, ya que estas cosas parece que no pero hay que dedicarles sus horas. Al menos para mi que tengo muchas otras obligaciones que atender y tampoco es que esto de llevar un Blog sea uno de mis fuertes.

Nuevas categorías

Lo primero que he pensado es en cambiar la organización de las entradas que voy escribiendo. Antes había hecho cuatro categorías:

  • Me ha pasado, en la que iba contando cosas que me sucedían en el día a día
  • Consejos que aplico, en los que trataba de dar consejos (aunque no se me pidieran)
  • Reflexiones varias, en la que escribía sobre cosas que me rondaban la cabeza en general
  • Lo creo así, en la que trataba de hablar sobre mis creencias, para compartirlas con quien quisiera escucharlas

Esta forma de categorizar debo reconocer que no era muy clara ni siquiera para mi. Quitando la primera categoría, el resto de categorías podrían entremezclarse perfectamente, sin saber muy bien a qué corresponde cada cosa.

Un lío, vamos.

Por eso he decidido cambiarlo un poco. No tendría por qué contarlo, bastaría con cambiarlo y ya está. Pero he pensado que con el nuevo enfoque que le voy a dar al Blog, me interesa dejarlo por escrito para futuras referencias, porque como veréis, he decidido que voy a enfocar el blog totalmente como si fuera un diario personal.

Las nuevas categorías que he pensado poner son estas:

  • Diario Personal. En esta categoría irán todas las entradas que escriba contando cosas sobre mi vida. Siempre he querido escribir un diario y nunca lo he conseguido, así que he pensado que un Blog era la mejor manera de hacerlo. Ya escribiré una entrada explicando el por qué.
  • Consejos y Reflexiones. En verdad cada vez que reflexiono sobre algo, de alguna manera estoy expresando mi punto de vista, e indirectamente, tal vez dando un consejo sobre ello aunque no fuera mi intención inicial. Por eso, no creo que valga la pena mantener dos categorías que al final vienen a tener mucho en común.
  • Frases Inspiradoras. Siempre me han gustado las frases inspiradoras y los aforismos. En su día empecé a escribir sobre ellos pero se me fue diluyendo un poco el tema. Ahora lo quiero retomar un poco más en serio.

Cambios estéticos

Y ya que estamos, también voy a aprovechar para hacer algunos cambios estéticos. En su día instalé una plantilla de WordPress pero que ofrece varias opciones de personalización, así que voy a ver si le doy un toque más personal al Blog. A fin de cuentas es un Blog sobre experiencias y reflexiones personales, así que qué menos que que tenga un aspecto más personal, no? 🙂

Mi vida después de dejar el trabajo

Hace unos meses tomé una decisión que para mi fue muy, pero que muy dura. Decidí dejar mi trabajo. Mirando atrás, ahora me doy cuenta de que se me hizo demasiado cuesta arriba para lo que realmente debería de haber sido. Es decir, que mirándolo con perspectiva, me doy cuenta de que, ni era para tanto, ni debería habérmelo tomado así. Pero bueno, ésa es la magia del tiempo, que te hace ver las cosas con otra perspectiva.

En fin, sin entrar en mayores reflexiones filosóficas, voy a contar un poco cómo está siendo mi vida después de tomar esa decisión.

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Un poco perdido

Lo primero, decir que estoy un poco perdido. No sólo en materia laboral, sino también en materia vital. Me doy cuenta de lo importante que es, al menos para mi, el tener más o menos claro hacia dónde te diriges. La incertidumbre es un estado con el cual no es del todo fácil convivir. A la incertidumbre económica, que por supuesto es la más evidente cuando no tienes trabajo, se suman otro tipo de incertidumbres más o menos poco llevaderas.

Menos compromisos sociales

Primero está la incertidumbre «social», que digamos. En una especie de rueda maquiavélica, unas cosas llevan a otras. A mí por ejemplo lo que me pasa es que al no tener trabajo, no tengo dinero, y al no tener dinero, no puedo hacer cosas que antes hacía. Esas cosas pasan por atender a compromisos, salir a cenar con los amigos, regalar en un cumpleaños, y un sinfín de cosas que aunque una a una no tienen mucha importancia, la suma de todas representa un gasto importante. Entonces, cuando no puedes atenderlo todo, tienes que elegir, y como la elección es dura, acabas prácticamente por no hacer nada.

Sé que esto puede parecer un poco exagerado. En realidad, existen un sinfín de cosas que se pueden hacer sin dinero, y como todos sabemos, no es el dinero lo que nos hace felices. Pero como ya escribí hace un tiempo, sí que creo que el no tener dinero nos resta felicidad, ya que nos hace ser menos libres.

Menos compromisos sentimentales

Al mismo tiempo que la incertidumbre sobre el futuro me quita energía para atender a compromisos sociales, otra cosa que me pasa es que tengo también menos energía para comprometerme en mis relaciones. Tanto a nivel de amigos, como sobre todo con mi pareja.

De nuevo, siempre se pueden hacer cosas que no requieran un gasto importante. Siempre hay planes baratos. Pero no nos engañemos: faltan ganas. Hay apatía. La energía se pierde en preocupaciones, angustias y en darle muchas vueltas, demasiadas, a la cabeza. Y con semejante fuga de energía que se pierde en tantas cosas, al final queda menos energía para dedicar a lo importante. Es triste, pero es así. Al menos a mí me está pasando.

Salir menos con mi pareja, tener menos detalles con ella, y en definitiva, tener menos ganas de hacer cosas. De momento no parece que esté afectando demasiado a nuestra relación, y espero que no suceda, aunque lo que está claro es que es una cuerda que no se puede tensar indefinidamente. Afortunadamente, está teniendo muchísima paciencia y comprensión. Menos mal.

Menos ganas en general

Pues eso, que al margen de amigos y amoríos, sí que puedo decir que en general, la situación es complicada. Complicada porque la energía no es ilimitada, y cuando se gasta mucha en unas cosas, lógicamente queda menos disponible para otras. En mi caso, mi proyecto personal me consume mucha energía, y eso hace que me queden pocas fuerzas y ganas para otros aspectos de mi vida.

Sé que es una situación temporal y pasajera, pero espere que dure poco, porque al final lo que realmente importa puede que sean las relaciones personales. Y yo estoy jugando con fuego ahora mismo.

 

Qué ha pasado todo este tiempo

Supongo que tiene sentido que en la primera entrada que escribo al retomar el Blog después de tanto tiempo, hable sobre cómo ha sido mi vida durante todo este tiempo. Algo así como cuando quedas con un viejo amigo después de mucho tiempo y te tienes que poner al día de muchas cosas.

Como en esos casos, hay tanto que contar que no sabes por dónde empezar, y lo que es peor, no quieres entrar al detalle de todo porque si no no vas a terminar nunca. Así que, al igual que en esos casos, iré con un resumen de lo que han sido estos quince meses.

Si tuviera que resumirlo en una línea, diría que he aprovechado (o malgastado según se mire) todo este tiempo en encontrarme a mí mismo, perderme de nuevo, y volver a encontrarme en otro sitio donde nunca hubiera imaginado estar. Lo sé, suena confuso… pero voy a tratar de explicarme mejor.

Encontrarme conmigo mismo…

Los primeros meses de mi nueva vida los quise dedicar a lo mejor que se me ocurrió por aquel entonces: a mí mismo. Había estado durante muchos años siguiendo un camino que no era el mío, me sentía perdido, y tenía que reencontrarme. Así que consideré que era justo que dedicara unos meses a vivir la vida, disfrutar de las pequeñas cosas, y recordar quién era yo y lo que me gustaba.

Supongo que esperaba que de alguna manera se me encendiera una lucecita con todas las respuestas a preguntas del tipo «¿qué es lo que quiero hacer con mi vida?», «¿qué me gusta hacer?» «¿qué se me da bien?»

… para volver a perderme…

La verdad es que disfruté mucho de los primeros meses de mi nueva aventura. Lo malo es que los días y las semanas fueron pasando y la lucecita no se me encendía. Al principio no me preocupaba demasiado porque pensaba que me lo merecía, me había ganado unas vacaciones. Pero a medida que el dinero se iba acabando, y lo que es peor, que las perspectivas de tener ingresos nuevos no iban mejorando, me fui agobiando. Y lo peor de todo es que no entendía por qué estaba tan bloqueado, cuando al fin y al cabo, ¡estaba en una situación envidiable! Podía elegir mi propio destino, era libre de tomar el camino que yo quisiera…

Y entonces me di cuenta de algo muy curioso.

Yo que pensaba que la libertad de elección era el mayor regalo que se nos podía dar, me encontré con que en realidad era mi principal fuente de preocupaciones. Resultó que tenía tanto donde elegir, que ninguna decisión me parecía lo suficientemente buena. Y resultó que casi que hubiera preferido no tener tantas opciones, para poder decidir más rápidamente qué camino tomar.

No sé si me estoy explicando lo suficiente, pero como decía, no quiero entrar ahora en detalles. De todas formas, seguramente dedicaré una estrada a tratar este tema, porque desde luego creo que vale la pena.

Pero sigamos.

… y volver a encontrarme en otro sitio

Al final, como supongo que no podía ser de otra forma, acabé decidiéndome por un camino. Mitad impulsado por la necesidad, mitad por la intuición, mitad por el proceso de catarsis que había atravesado, lo cierto es que al final no me quedó otra que decidirme por una vía.

Y en esas estoy ahora, reconstruyendo mi vida, a veces con la sensación amarga de que todo lo anterior no me ha servido de nada. Yo sé que eso no es así, pero no puedo evitar pensarlo a veces. Lo pienso porque realmente lo que hago ahora poco tiene que ver con lo que hacía antes. Y porque en la carrera de la vida en que nos vemos envueltos, siento que estoy aprendiendo a correr de nuevo, y que parto con gran desventaja.

Pero lo compenso con ilusión y entusiasmo, y eso lo compensa todo.

En próximas entradas hablaré más en detalle de todo esto que he comentado aquí. ¡Nos leemos!

Retomo el Blog

Ha pasado muuuuuucho tiempo desde la última vez que escribí… mucho más del que me hubiera gustado y desde luego mucho más del que debería… pero hoy me siento delante del teclado con la firme convicción de que voy a volver… ¡¡¡Vamos!!!

En verdad debo decir que si he dejado el Blog no ha sido porque me haya cansado de él ni mucho menos, sino simplemente porque no me daba la vida. De hecho, sigue sin darme, pero bueno, las ganas de retomarlo son más fuertes que nunca.

Los últimos meses de mi vida

Han sido muchos meses los que han pasado desde la última entrada. Nada más y nada menos que 15. En otoño de 2013 decidí dar un giro a mi vida y dejar un trabajo que me hacía infeliz, y aunque esperaba que eso me ayudaría a poder dedicarle más tiempo al Blog, lo cierto es que ocurrió justo lo contrario.

No voy a explicar ahora por todo lo que pasé los meses siguientes a esa decisión, porque eso da para mucho más de lo que pretende abarcar esta entrada. De hecho, me gustaría escribir sobre eso en los próximos posts porque me parece que a mucha gente le interesará, y desde luego es una experiencia que me apetece mucho compartir con quien la quiera leer.

El Blog durante todo este tiempo

Como decía, creo que a mucha gente le interesará esta experiencia. Y lo creo porque durante estos meses he recibido muchos correos de personas que estaban atravesando por una situación parecida. Aunque no detallé demasiado acerca de lo que pasaba por mi cabeza y que me impulsó a tomar la decisión de darle un giro a mi vida, creo que mucha gente se sintió identificada, y por eso muchos me escribieron para preguntarme qué tal me fue. También hubo personas que dejaron algunos comentarios aquí y allá en el Blog.

A todos ellos quiero pedirles perdón. A quien pude le fui contestando sobre la marcha, pero ha habido muchos más que no han recibido respuesta por mi parte, que los que sí la recibieron. Espero que todos entiendan que anduve muy ocupado en otros proyectos, y no podía dedicarle la misma atención al Blog.

Por otro lado, entremedias tuve un problema con el servidor y tuve que cambiar el hosting del Blog. De hecho, ahora me he dado cuenta de que algunas entradas se habían perdido, y que algunas imágenes habían desaparecido. Pero lo peor es que creo que hubo mensajes que no llegué a recibir porque nunca me llegaron al mail.

Por eso, pido perdón por mi silencio a los que me pidieron consejo.

El futuro del Blog

Con los deseos de Año Nuevo, pedí uno muy especial: tener fuerzas para dedicarle más tiempo al Blog. Me he propuesto retomarlo y darle algo más de vidilla, porque creo que hay mucha gente dispuesta a participar, a hablar y a ser escuchada. Y ése es justo el motivo por el cual inicié esta aventura. Así que manos a la obra, y a contar de nuevo mis andanzas, que en el peor de los casos, creo que es algo que a mí me vendrá muy bien 🙂

No tengo muy claro sobre qué iré escribiendo, pero casi seguro que las próximas entradas las dedicaré a contar qué tal han ido los últimos meses, con qué dificultades me he ido encontrando, y cuáles son las cosas que he ido aprendiendo. Y luego ya veremos, como dice un amigo mío constructor, la obra lo irá pidiendo. Lo que sí que me he marcado como objetivo es escribir al menos una entrada a la semana como mínimo. Ojalá puedan ser más, pero como poco una a la semana me parece lo mínimamente razonable.

Así que sin más por el momento… ¡Hasta pronto pues!

El Poder de la Sonrisa

Pocas cosas son tan fascinantes como el poder de la sonrisa.

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Lo tengo comprobado. Sonreír es probablemente la actividad con mayor retorno esfuerzo-compensación del mundo. Es decir, que no supone prácticamente ningún esfuerzo, y la compensación que obtenemos a cambio es enorme.

Básicamente, existen dos tipos de sonrisa: la sonrisa involuntaria, o natural (genuina), y la sonrisa voluntaria, o forzada. La clave para distinguirlas, además de por el contexto, está en los ojos. Cuando la sonrisa es natural, los ojos adquieren una expresión particular, principalmente  porque se arrugan los contornos de los ojos, y se contraen los músculos de la zona. Cuando la sonrisa es forzada, eso se nota, y no reaccionamos de  misma manera porque en cierto sentido detectamos la hipocresía. Esta sonrisa, lejos de producir el efecto deseado, podría llegar a producir incluso el efecto contrario, provocando un cierto rechazo en nuestro interlocutor. Pero centrémonos en la sonrisa natural.

El poder de la Sonrisa genuina

Se llama genuina porque supuestamente está provocada por una reacción involuntaria que nos provoca un momento de felicidad. Se dice que el cerebro tarda 10 ms en asimilar ese momento de felicidad y provocar la sonrisa en nuestro rostro. Es pues tan rápido, que se tarda menos que en provocar una sonrisa forzada.  La magia de la sonrisa está en la conexión que establecemos con nuestro interlocutor.

Por un lado, nosotros. Al sonreír, nuestro cerebro libera endorfinas. Las endorfinas son unas hormonas que se segregan en nuestro cerebro que producen un efecto analgésico en nuestro cuerpo, reduciendo el dolor físico y aumentando nuestra sensación de bienestar. Por ejemplo, liberamos endorfinas cuando hacemos deporte, comemos chocolate, o practicamos sexo.

Y ahora viene lo bueno. El poder de la sonrisa radica en que es contagiosa. De hecho, un estudio (ahora mismo no tengo la referencia, pero seguro que está por ahí) demostró que en un grupo de varias personas sin un nexo común, en cuanto un sujeto sonreía, su sonrisa se contagiaba a dos personas de su alrededor, y así sucesivamente, hasta que la mayoría del grupo acababa sonriendo.

Así pues como hemos visto, por un lado al sonreir liberamos endorfinas, y por otro nuestra sonrisa en contagiosa. Entonces, básicamente con una sonrisa somos capaces de generar felicidad y bienestar en nuestro interlocutor. Imaginaros entonces el poder que puede tener esto. Con un simple movimiento de nuestros músculos faciales, podemos hacer feliz al prójimo, aunque sea por unos instantes…

Haz la prueba

Inténtalo. Prueba a empezar cada diálogo, cada conversación con una sonrisa. Cuando vayas a lidiar con la administración, cuando vayas a comprar el pan, o el periódico, hazlo sonriendo. Te sorprenderá ver que tu interlocutor responderá en el 99% de los casos con otra sonrisa. Sentirás que se establece una conexión entre vosotros, y a partir de ahí, todo será más fácil. Imagina el poder de la sonrisa en el trabajo, o en tu vida profesional. Trata de sonreír, y verás como todo te sale a pedir de boca.

¿Dónde está el truco entonces? Porque siempre hay un truco… Pues el truco está en que la sonrisa, para ser contagiosa, ha de ser lo más genuina posible. ¿Y esto cómo se consigue? Pues como era de esperar, forma parte de nuestro «trabajo» de buscar la felicidad. Otro día trataré de escribir una entrada sobre las cosas que nos hacen sonreír.

 

¿Y tú, qué opinas?

 

Receta de la felicidad Nº3: Lucha por tus Sueños

Hoy publico el tercer post de la serie «Las Recetas de la Felicidad». Esta vez, la lucha por tus sueños.

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En el último post, comentaba que había implementado un importante cambio en mi vida, dejándome el trabajo. El motivo por el cual hago esto es porque he decidido perseguir mi sueño. Siempre he querido emprender una aventura empresarial, y ahora ha llegado el momento de hacerlo. Más adelante compartiré más detalles, pero hoy me voy a centrar en explicar el por qué la lucha por tus sueños te puede hacer feliz.

 

Todos los hombres sueñan, pero no de la misma manera. Aquellos que sueñan de noche, en el receso de sus mentes somnolientas, despiertan en la mañana para descubrir que los sueños se han desvanecido; pero los que sueñan por el día son hombres peligrosos, pues pueden actuar sobre sus sueños con los ojos abiertos, para hacerlos realidad. — T.E. Lawrence

 

Por qué soñamos despiertos

Los sueños son inherentes al hombre. Soñar está en nuestra naturaleza, pues es una característica de nuestra inteligencia. La posibilidad de imaginar. Y los sueños debidamente canalizados se convierten en ambición. Pero ambición «de la buena», de la que nos hace crecer.

Hoy más que nunca, vivimos en una sociedad hiper saciada. Aunque la crisis por desgracia nos azota y nos hace preocuparnos por satisfacer algunas de nuestras necesidades más básicas, en general nuestras preocupaciones ocupan cotas más altas de la pirámide de Maslow. Tenemos una necesidad de aspirar a más, una necesidad de sentirnos realizados con nuestros actos. Cuando soñamos despiertos, plasmamos esos sueños en una realidad intangible, les damos forma, pero sólo en nuestra imaginación.

Seguir soñando o Actuar

Con estos sueños de grandeza, podemos hacer dos cosas. La mayor parte de la gente no los saca de su cabeza. Los mantiene ahí porque es más seguro, no requiere esfuerzo. Les da forma, los mima, los perfecciona. Pule sus sueños para que sean sueños perfectos. Pero siguen siendo sueños. Pero una minoría de la gente se decide a actuar sobre esos sueños. Los saca de su cabeza para hacerlos realidad. Esto es arriesgado, y requiere mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio. Pero estas personas están decididas a actuar sobre ellos. Estos son los hombres peligrosos.

Lucha por tus sueños para ser más feliz

Cada uno puede reaccionar de una manera distinta. En mi caso concreto, tengo muchos sueños. Algunos de ellos yo sé que es muy difícil poderlos realizar. Los sueño por diversión por así decirlo, sin una voluntad real de materializarlos. Pero otros muchos sé que son posibles. Éstos son los que ponen en peligro mi felicidad. Me explico.

Cuando sé que puedo hacer algo que en el fondo deseo, tengo dos opciones. Hacer algo al respecto, o no hacerlo. Esto es decisión nuestra, en nuestra mano está el actuar. Pues bien, cuando opto por no hacer nada (lo cual e sucede demasiado a menudo por desgracia), eso deja en mí una pequeña espina clavada. Dependiendo del tamaño de ese sueño y de su importancia, todo puede quedar en una pequeña espina, o agrandarse hasta formar una herida o derivar en una frustración.

Por el contrario, cuando decido luchar por mis sueños, esto contribuye a mi felicidad. Siento que estoy trabajando en mí mismo, trabajando para ser feliz. Siento que tengo un objetivo, una motivación. un propósito. Y a medida que avanzo en ese propósito, voy viendo su desarrollo, tengo la sensación de crecer, de construir algo. Y todo eso redunda en mi Felicidad.

Por esos dos motivos, por la frustración que puede generar el no atreverse a luchar por lo que queremos, junto con la satisfacción que produce el hacerlo, opino que una de las claves para ser feliz es atreverse a soñar, y sobretodo, luchar por estos sueños.

 

¿Y tú, qué opinas?

 

 

 

Si algo no te hace Feliz, ¡a la basura!

Buff.. llevo más de tres semanas sin escribir en el Blog, la verdad que ya lo echaba de menos!

El motivo de mi ausencia es que se ha producido un cambio muy importante en mi vida. Con la que está cayendo, ¡y yo voy y me dejo el trabajo!

Más de uno pensará que estoy un poco loco (yo mismo muchas veces lo pienso). Pero lo cierto es que no, ha sido una decisión muy meditada, y que hace justicia a una sensación que tenía desde hacía mucho tiempo: ese trabajo me hacía infeliz. Y como no era feliz, pues mejor dejarlo…

No es lo mismo no ser feliz que ser infeliz

Ojo, aquí hay un matiz importante. No es que el trabajo no me hiciera feliz, lo cual por desgracia nos sucede a todos demasiado a menudo. En este caso concreto, mi trabajo me hacía infeliz. No es lo mismo ir todos los días a la oficina sin que eso nos aporte gran cosa. Porque al final, pues es más o menos llevadero, y no abogaría por dejar el trabajo salvo que tengamos otra cosa mejor. Pero a mí ir a trabajar me amargaba realmente, e incluso notaba que me estaba cambiando.

Así que me lo he dejado…

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¿Y qué voy a hacer ahora?

Pues de momento, dedicarme a lo que me gusta, que es a aprender cosas nuevas. Tengo algunas ideas y creo que alguna puede funcionar. Espero a partir de ahora poder dedicarle más tiempo al Blog también. Y lo más importante, recuperarme a mí mismo.

 

Un apunte muy importante, en relación al títulos del post. ¡¡No recomiendo a nadie que se deje el trabajo!! Lo que recomiendo es eliminar de nuestras vidas aquello que nos hace infelices, y pongo como ejemplo mi propio caso. Sin embargo, hay que saber valorar y sopesar las cosas. El trabajo, por mucho que no nos guste, nos aporta muchísimas cosas al lado que contribuyen a nuestra felicidad, como puede ser dinero, estabilidad, tranquilidad emocional, etc…

Por eso, dejar el trabajo no debe ser una decisión tomada nada a la ligera. En mi casi es distinto, porque tengo posibilidad de conseguir otro de manera más o menos rápida (tengo la suerte de tener una profesión demandada), pero lo dicho, esto no le sirve a todo el mundo. Además, no tengo pareja, ni hijos, y tengo el apoyo de mis hermanos, por eso creo que me lo puedo permitir un tiempo.

 

Evoluciona o Muere

Ya lo decía Charles Darwin en El Origen de las Especies. Bueno, no se refería exactamente a lo mismo, pero para el caso, su teoría de la Evolución nos sirve perfectamente.

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La idea subyacente está estrechamente relacionada con la necesidad del cambio para ser Feliz. En este caso, hablamos de la necesidad de adaptarse. Evoluciona o muere.

Imaginemos la situación : somos un mono. Vivimos felizmente en un árbol, comemos bayas y nos pasamos el día quitándole los piojos a nuestros amigos. Hasta aquí todo bien. Entonces un buen día, algo sucede. Llamémosle, por ejemplo, TERREMOTO. La Tierra se sacude, el suelo se abre, y nuestro árbol se hunde en las profundidades. Aunque nosotros hemos sobrevivido, nos damos cuenta de que nuestro árbol ha desaparecido… ¿¿Qué hacemos ahora??

Para empezar, nos vemos obligados a salir de nuestra zona de confort.

Y para continuar, no tenemos demasiadas opciones. Tendremos que aprender a andar para ir buscar otro árbol, no nos queda más remedio, o moriremos de hambre. Al principio nos cuesta, nos duele, estamos desorientados. Nos vemos obligados a desarrollar nuevas habilidades para adaptarnos al nuevo entorno. Y poco a poco vamos caminando, andamos cada vez más lejos, nos vamos acostumbrando a esta nueva situación, nos habituamos a ella, descubrimos que nos va gustando cada vez más, poco a poco la vamos interiorizando… Vamos encontrando otras bayas que crecen en arbustos, las probamos y nos gustan…

Hasta que un buen día asumimos que siempre ha sido así. Que siempre hemos sabido andar. Y en cuanto pasa un poco de tiempo, incluso olvidamos que hubo una época en que la que vivíamos en las copas de los árboles.

Siempre pasan cosas. Es Ley de Vida. 

El ser humano, por naturaleza, tiende a acomodarse. Eso de salir a cazar y explorar nuevos mundos está muy bien, pero lo cierto es que si nos lo dieran todo hecho, mejor que mejor, ¿verdad?

La cuestión es esta : en la vida pasan cosas, queramos o no. Algunas nos gustarán, otras no tanto. En nuestra mano está el poner de nuestra parte para que suceda lo que nosotros queremos, pero no siempre va a ser así. Y hay que asumirlo.
Por eso, cuando suceda algo en contra de nuestros deseos u objetivos, podemos hacer dos cosas: lamentarnos, o adaptarnos.

En tiempos de crisis, hay dos clases de personas: las que lloran, y las que venden pañuelos.

¿Cual quieres ser tú?